La magnitud de las lluvias del viernes, como el cisne negro, era impredecible

Ante las grandes inundaciones que provocaron los torrenciales aguaceros del pasado viernes en el Gran Santo Domingo, el enojo y desesperación de muchos ciudadanos se expresa en la falta de información sobre lo que ocurriría.

Las críticas y cuestionamientos a las autoridades llueven en las redes sociales y medios de comunicación, sin embargo, la magnitud de las lluvias que dejó anegadas las principales avenidas y calles de la ciudad y ahogó cientos de vehículos, era impredecible, según varios expertos.

Los meteorólogos John Morales y Francisco Holguín coinciden en que lo ocurrido no había manera de predecirlo, más allá de las alertas meteorológicas que emitieron desde el viernes en la mañana, los servicios de socorro en sus plataformas web y de redes sociales.“Lo que sucede es que uno ve las condiciones a gran escala de lo que debe llevar a las lluvias fuertes, y yo también hubiese pronosticado lluvias fuertes; pero ni yo hubiese podido saber que iban a caer 232 milímetros de lluvias en cuestión de unas pocas horas en el mismo Distrito Nacional.”, dice Morales en una entrevista del sábado al noticiero SIN.

Entiende que lo mismo fue en el Distrito Nacional que pudo ser un poco más arriba, en Monte Plata, o un poquito más a la izquierda, en San Cristóbal.

Para Morales, lo ocurrido es como un cisne negro, algo impredecible, pues no hay manera –sostiene- de poder decir que, en un solo punto, va a caer una determinada cantidad de agua.

“Se habló de lluvias fuertes, y llovió fuerte, pero llovió fuerte descomunalmente, en una situación que ni yo hubiese podido predecir”, dice el reconocido meteorólogo boricua en relación a los boletines que el viernes, a las 11:00 de la mañana y a las 2:00 de la tarde, emitió el Centro de Operaciones de Emergencia, en los que ponía al Gran Santo Domingo en alerte verde, primero, y en amarilla en el segundo, debido a los “aguaceros de moderados a fuertes con tormentas eléctricas y ráfagas de viento” que se esperaba en varias provincias debido a una vaguada y una onda tropical que incidían a la par sobre el territorio nacional.

Coinciden

Igual planteamiento que Morales, hace el meteorólogo Francisco Holguín, de la Oficina Nacional de Meteorología (Onamet).

Holguín insiste en que no existe, en ninguna parte del mundo, forma de pronosticar qué cantidad de agua caerá en un punto específico.

Explica que lo ocurrido en Santo Domingo fue en unas condiciones meteorológicas especiales en que la fuerza de uno de los eventos evitaba el desplazamiento del otro. “El eje de la vaguada represaba, limitaba, que la nubosidad saliera del entorno de la capital. Esas cosas tú puedes predecirlas, ahora, que se generara tanta lluvia, ni los modelos daban esa situación”.

No obstante, cree que, si en el país hubiera un radar meteorológico de uso público, como el que existe en Punta Cana, que cubra bien la capital, se podría determinar dónde estaban los ecoprecipitables más fuertes, y, con esa información, se podía alertar un poco más, aunque no así la magnitud de las lluvias.

 “Hasta hoy lo que existe es la imagen satelital, pero la imagen satelital, cuando el cielo está muy cubierto, tú no te das cuenta dónde está lloviendo, sino es que te está cayendo el agua encima”. Holguín recuerda que el Gobierno tiene un radar meteorológico en Punta Cana que se espera que entre en operación pública, aunque todavía se desconoce la fecha.

Con el radar, explica, se podría saber dónde estaba lloviendo más y emitir nuevas alertas en los lugares que ya estaban más complicados.

Otro factor que jugó en contra, señala Holguín, es que era viernes “y como muchos lo saben”, la gente se desconecta y las informaciones no circularon a toda la población, además de ocurrir en hora pico, cuando la mayoría de los trabajadores salían de sus jornadas.

Se puede repetir

Para el meteorólogo Francisco Holguín, las autoridades cumplieron su rol, pero hay factores sociales que fueron en contra. “Entiendo que el sistema hizo su parte, pero se agregaron otros factores, como la basura, el asunto de los imbornales colapsados y se agrega el pasivo de desorden en la construcción que tenemos en el país, pues muchas zonas donde el agua tiene que circular, las han hecho casas, las rellenaron y, ahí está el grave problema que se dio”, comenta. Para el meteorólogo criollo, lo ocurrido con los aguaceros del viernes debe llevar a repensar la ciudad con el tema del drenaje, sobre todo, porque es un evento que puede volver en una semana, un mes o un año, pues es una de las consecuencias inesperadas del cambio climático.

Fuente: Diario Libre