Llegó Juanita
Varios medios escritos y televisivos se han ocupado en estos días de reportar desde los aeropuertos la llegada de dominicanos que arriban para pasar las navidades con sus familiares y el denominador común es una desbordante alegría.
Incentiva la euforia la confesión de que retrasaron las ansias de compartir con los suyos, en algunos casos hasta por tres años, debido a las limitaciones impuestas por la pandemia del coronavirus.
Gozo que no aplaca la nostalgia de volver a pisar la tierra que les vio nacer porque son contadas las situaciones en las que de por medio no esté un “exilio” forzado por la necesidad de explorar nuevas oportunidades que no siempre están a la mano.
Es de tal magnitud el torrente del retorno, que en el AILA (Aeropuerto Internacional de las Américas) hay expectativas de batir el récord de entrada de visitantes del extranjero en diciembre, que es de 435,841, con el objetivo de elevarlo a 500 mil viajeros.
Otro sello común es que llegan con las maletas llenas de presentes para regresar, como la Juanita de la canción, a “los recuerdos, calor de la vieja casa, la tacita de café, el agua de la tinaja”, cosas que habitan en su nostalgia.
En nuestra diáspora viven miles de historias cuyo origen común suele ser la pobreza, es gente que ha tenido la fortaleza suficiente para no sucumbir a la desesperanza y se aventura en tierras lejanas para buscar sus sueños, para forjar un futuro mejor para sus hijos y sus descendientes.
Detrás de la alegría que exhiben al llegar a su patria lejana subsiste un pasado de privaciones y un presente de esfuerzos y sacrificios, porque el “exilio” del que busca afuera lo que no puede hallar en su tierra posiblemente sea el más difícil de sobrellevar.
Solo nos resta desear que este regreso de miles de dominicanos a su país por unos días, esté signado por la calidez del reencuentro, por la felicidad compartida, que tengan una venturosa estadía y sus corazones encuentren toda la alegría y la dicha que han anhelado hallar en su solar nativo.
Fuente: El Caribe