Policías balean gravemente dominicano esquizofrénico y con delirio de persecución que enfrentó agentes con un cuchillo
Varios policías balearon gravemente al dominicano esquizofrénico y con delirio de persecución, Raúl de la Cruz, de 43 años de edad y quien llegó a los 14 a Estados Unidos desde la República Dominicana, impactándolo con tres tiros.
El incidente ocurrió el domingo en la mañana frente al edificio 2685 de la avenida Grand Concurse en El Bronx, después que el padre de la víctima, Santos de la Cruz, llamó al 311 pidiendo ayuda porque su hijo se había descontrolado, amenazando con matar al primer policía que viera y vociferando “los blancos me persiguen”.
Hasta anoche, Raúl seguía en estado crítico en el hospital San Barnabas en El Bronx, donde fue llevado por paramédicos con balazos en el estómago y una pierna.
El hermano de Raúl, Víctor de la Cruz fue testigo del incidente y relató que les pidió a los policías que no lo mataran porque está mentalmente enfermo.
El jefe de patrullas del Departamento de Policía de Nueva York (NYPD), John Chell, dijo en conferencia de prensa que los agentes le ordenaron varias veces a de la Cruz que soltara el cuchillo, pero en vez de eso, avanzaba amenazante hacia los oficiales que no usaron como es el protocolo, la pistola eléctrica “Taser” sino sus Glocks para disparar cinco balazos al dominicano siendo herido dos veces en el torso y otra bala en una pierna.
El papá y el hermano del perturbado dijeron que el padre pidió ayuda para que su hijo fuera llevado a un centro de salud y ponerlo en tratamiento, pero enviaron a los policías quienes le dispararon.
Lloroso y hablando desde detrás de la puerta de su apartamento 3-F en el mismo edificio, el señor de la Cruz dijo que su única intención fue la de que ayudaran a su hijo.
Agregó que en la llamada que hizo al 311 explicó que su hijo es esquizofrénico y necesitaba ayuda.
El señor Santos dijo que los médicos le dieron una pequeña posibilidad de que pueda sobrevivir.
Dijo que Raúl subió un video en su cuenta facebook amenazando a la policía, que pensó que estaba tratando de atraparlo, con lo que demostraba su delirio de persecución por lo que ambos discutieron.
Este reportero verificó que hizo una transmisión en vivo en Facebook Live mientras caminaba por una calle en El Bronx, a las 10:02 de la mañana del domingo.
“Les dije al 311 que los llamé porque no quería que sucediera algo malo”, señaló añadiendo que su hijo a veces le gritaba a la gente en público, provocándolos cuando no estaba medicado.
“Les dije que no quería que hiciera nada malo o que terminara muerto. Eso es lo que le dije al 311”, recalcó el padre.
Dijo que llamó al 311, que pidió un operador en español solicitando que internaran a Raúl antes de que algo saliera mal.
El jefe de patrullas del NYPD dijo que el padre llamó al 911, pero los registros telefónicos de Santos muestran que solo se comunicó con el 311, el número de la ciudad que no es para emergencias sino para información.
La llamada duró 23 minutos.
Una operadora del 311 explicó cuando se reciben llamadas de alguien con una crisis de salud mental y armado, el sistema notifica automáticamente a la policía que decide qué hacer en esos casos.
El papá, de 67 años de edad, explicó que antes de que terminara la llamada, dos policías blancos llegaron a su edificio gritándole a Raúl en inglés que no habla ese idioma.
El perturbado les preguntó a los policías que qué pasaba, antes de esgrimir el cuchillo y avanzar hacia ellos.
Los oficiales le gritaron a Raúl en inglés que se detuviera y soltara el cuchillo, disparando cuatro tiros, dijo el padre. Recibió tres balazos, uno en la pierna y dos en el torso, relata el padre.
Raúl cayó gravemente herido al pavimento después que los policías tomaron 28 segundos para dispararle.
“Pensé que lo habían matado. No pedí que lo mataran”, expresó el señor santos ayer lunes en la tarde.
Fue solo después de que su hijo recibió un disparo que oficiales latinos que hablan español llegaron a la escena, interrogando a Santos en su idioma nativo.
“Hablamos con el médico ayer y nos dijo que Raúl tiene un 10% de sobrevivir y que no creía que amanecería vivo”, dijo el padre el padre en una entrevista con el periódico local Gothamist.
Señaló que hasta ayer lunes la familia no había recibido ninguna información sobre el estado de su hijo, aunque sigue grave.
Dijo que él y su otro hijo no han podido ver a Raúl porque en el hospital no se lo permiten estando la víctima en cuidados intensivos.
También está en custodia del NYPD en el nosocomio y la entrada y salida a su habitación de UCI es controlada por los agentes que lo vigilan.
“Un oficial involucrado en el incidente de ayer fue entrenado por el Equipo de Intervención en Crisis (CIT) y ambos policías están capacitados para responder a personas en crisis y responder a expulsiones voluntarias o involuntarias”, dijo un portavoz del NYPD en un comunicado.
El portavoz dijo que el incidente sigue siendo investigado por la División de Investigación de la Fuerza y que las cámaras corporales de los oficiales que dispararon a de la Cruz serán revisadas.
“Los oficiales del NYPD reciben capacitación significativa sobre encuentros con personas que experimentan enfermedades mentales y a los reclutas en la academia se les enseña sobre enfermedades mentales, cómo reconocerlas, comunicación efectiva y tácticas adecuadas”, añadió el vocero del NYPD.
El alcalde que hace varios meses prometió fortalecer los programas de salud mental en la ciudad, no se ha referido al caso.
Raúl tiene los intestinos perforados y los cirujanos tuvieron que extirparle uno de los riñones el domingo y la bala en la pierna le desgarró una arteria.
Dijo que su hijo lleva diez años luchando contra el problema de salud mental.
“Es una persona tranquila. Si lo vieras, incluso con su enfermedad, nunca pensarías que está enfermo”, agregó.
“Estaba bajo tratamiento, pero él es evangélico y no cree en ese tipo de cosas. Dejó de tomar sus medicinas y cambió el número de teléfono para que su médico no pudiera localizarlo”, subrayó el papá.
Raúl emigró a El Bronx desde la República Dominicana hace 14 años, dijo Santos. En tres años, se distanció de la familia y vivía entre habitaciones alquiladas y las calles, dedicado al evangelio.
Antes del tiroteo del domingo, estaba trabajando en una fábrica en Queens y generalmente tenía un empleo constante. Llegó poco antes del incidente al apartamento de su padre el domingo para darse un baño.
“Quiero justicia. Se suponía que no debían venir y dispararle así. No fui a pedir ayuda solo para que lo mataran”, reclama el progenitor.
El 8 de noviembre 2018, Raúl publicó una foto cuyo texto dice “saliendo del hospital psiquiátrico” y en otra más reciente escribió “Quien me consolará”.
Por Miguel Cruz Tejada