Niegan por quinta vez libertad condicional a sicario dominicano sentenciado a cadena perpetua por asesinatos de niño y novio de la madre en el 2000

Una jueza federal en Brooklyn  negó por quinta vez la petición de libertad condicional al sicario dominicano Manuel Santos quien junto a un cómplice asesinó a tiros un niño y al novio de la madre del menor en Queens el 26 de septiembre del año 2000.

La magistrada  Allyne Ross, rechazó la última moción de Santos bajo la Ley del Primer Paso promulgada en 2018.

Ross, quien rechazó las cinco mociones para una sentencia reducida, escribió en septiembre de 2022 que el delito del señor Santos fue especialmente grave, y una sentencia de cadena perpetua refleja la gravedad de su delito, independientemente de la sentencia promedio por un delito similar”.

Santos, fue condenado a cadena perpetua por los homicidios del niño Edgardo Bryan de 14 años de edad y al novio de su mamá, Wilbur Garcés junto a su cómplice Alex Core, cuando las víctimas salían de un estacionamiento en la calle  101 y la calle Park Lane South en el vecindario de Richmond Hill el 26 de septiembre de 2000.

Lleva 23 años preso.

El sicario que cobró $7,500 dólares para él y la misma cantidad a Core, alega que mató al niño y a Garcés por equivocación por lo que la sentencia de por vida es muy drástica.

Santos, de 65 años de edad, argumentó en la petición que la sentencia es inusualmente larga que mató a las víctimas  inocentes aen un intento fallido de eliminar a dos hombres que robaron a un traficante de drogas.

“El señor Santos no ha demostrado razones extraordinarias y convincentes para justificar la liberación compasiva en este caso”, escribió la jueza federal.

Rechazó una moción para reconsiderar su decisión el 4 de octubre y Santos dijo que seguirá apelando la condena.

Santos fue condenado en un juicio en 2004 por sicariato (asesinato a sueldo). Los sicarios  fueron contratados por el narcotraficante dominicano Germán Polanco para que asesinaran a  dos hombres, identificados como  “Ronnie” y “El Renco”, a cambio de “7.500 dólares por cada cadáver.

Polanco, quien también  fue sentenciado a cadena perpetua luego de su condena en 2010, creía que los dos objetivos habían robado en una de sus casas de seguridad por un valor de $310.000 dólares.

Santos y Core buscaron al dominicano Carlos Medina, para vigilara durante  un día en un estacionamiento frente a la casa donde creían que sus objetivos estaban escondidos. Cuando Edgardo y Garcés salieron de la casa y se subieron a un auto, los confundieron con quienes buscaban.

El adolescente sostenía un yo-yo de plástico rojo cuando Santos disparó bala tras bala contra el pequeño automóvil de las víctimas. El arma de Core se atascó, según el testimonio en el juicio. Murió en otro incidente un mes después.

Medina, quien se declaró culpable de los dos asesinatos, fue el testigo estrella de la fiscalía federal  en el juicio de Santos.

La policía relacionó la evidencia balística de la escena del crimen con la misma pistola de 10 mm que mató a otro hombre, Mahase Lall, en mayo de 1999. Santos también fue el gatillero en ese asesinato.

Según el testimonio en el juicio, llevó esa pistola a un bar de Brooklyn y la sacó durante una discusión, aunque no está claro si disparó intencionalmente cuando soltó la bala que acabó con la vida de Lall. Se declaró culpable de homicidio involuntario en un tribunal estatal a cambio de 10 años de prisión.

En sus mociones más recientes, Santos dijo que ha estado tratando de participar en programas de rehabilitación en la cárcel de mediana seguridad en el norte del estado de Otisville, y que está asesorando a reclusos más jóvenes, pero su sentencia de cadena perpetua significa que no tiene acceso al tipo de servicios disponibles para las personas que cumplen condenas más cortas tras las rejas.

La jueza  elogió a Santos por sus esfuerzos voluntarios, pero reiteró que una reducción no reflejará adecuadamente la gravedad de los delitos del acusado, no disuadirá conductas criminales similares ni protegerá al público.

El abogado de Santos había argumentado que los federales habían acusado al sospechoso equivocado, pero el jurado deliberó menos de cuatro horas antes de decidir que era culpable.

“La condena de Manuel Santos por estos dos homicidios relacionados con narcóticos cierra un caso trágico que ejemplifica la violencia brutal que con demasiada frecuencia acompaña al tráfico de drogas”, dijo en el momento Anthony Placido, agente especial a cargo de la oficina de Nueva York de la DEA.

“El hecho de que las víctimas en este caso inclu
ían a un niño inocente de 14 años hace que estos asesinatos sean aún más horribles”, dijo después de que se anunció el veredicto.

Los fiscales Carrie Capwell y Max Minzner sostuvieron que el acusado fue contratado para matar a dos hombres, conocidos como Ronnie y El Renco, que habían robado $316.000 dólares a un traficante de drogas.

Santos disparó numerosas balas de su pistola de 10 mm contra la ventanilla del lado del conductor, acribillando a las víctimas. Su cómplice, Alex Core, no disparó porque su pistola se atascó, dijo Medina al jurado.

Aunque mataron a las personas equivocadas, Santos y Core recibieron $7.500 dólares cada uno por su trabajo, según Medina, que se declaró culpable de los dos asesinatos.

Santos escuchó atentamente mientras Medina describía  en el juicio cómo se planeó, ejecutó y luego se frustró el doble homicidio con el asesinato de las personas equivocadas.

“Le dije a Santos que mi tío Polanco era traquetero, bien relacionado”, testificó Medina. “Le habían robado $316.000 dólares y quería matar a estos tipos”, añadió Medina ante el jurado.

El fiscal federal en ese entonces del distrito  Sur en Brooklyn, John Ashcroft, se negó a pedir la pena de muerte contra Santos.

Garcés tenía una condena previa por drogas y llevaba más de $8.000 dólares en efectivo cuando fue asesinado un mes después de los homicidios pero no tuvo ninguna participación en el robo a Polanco.

Por Miguel Cruz Tejada