Impío desquiciado mutila estatuas de la Virgen María y Santa Teresa en iglesias de Brooklyn y es buscado por crímenes de odio
La policía busca a un impío anti católico después que el sujeto mutiló estatuas de la virgen María y Santa Teresa en dos iglesias católicas romanas en Brooklyn el martes a las 4:30 de la madrugada.
Es acusado por crímenes de odio.
Dejó la efigie la virgen María que llevaba 10 años en el sitio sin un brazo, y para romperlo utilizó un pedazo de block en la pequeña plaza de la iglesia dedicada a la santa católica.
El vándalo logró entrar al área de la iglesia Santa Teresa de Lisieux en la avenida D en Brooklyn y de la virgen María que había estado en su lugar desde la fundación del templo en 1926, dijo el padre Liju Augustine, párroco de la iglesia.
“Mucha gente me pregunta, si no me siento enojado. No, no me siento enojado en absoluto,”, dijo el sacerdote en entrevista con el tabloide NY Post.
“Pero me entristece porque cuando miras la historia de la estatua, la estatua tiene 99 años. La primera vez que se erigió la iglesia aquí, también se erigió la estatua”, agregó el cura.
La policía dijo que el impío huyó de las escenas luego de dañar las estatuas.
El video de vigilancia y una fotografía publicada por la uniformada muestran a un individuo delgado caminando por la acera con pantalones de oliva o grises, una camisa estampada y una cicatriz naranja sobre su cabeza y ocasionalmente tomando una bocanada de un cigarrillo.
También le produjo grietas a lo largo de la base y la mano izquierda a la estatua de la virgen María, la estatua de Santa Teresa de Lisieux fue derribada en el suelo.
El párroco dijo que el daño fue descubierto por el custodio de la iglesia antes de la misa de la mañana.
“Le expliqué a mi gente,” dijo el pastor. “Me escucharon con mucha paciencia y eso es una belleza. Reuní a todos aquí, y oramos la hermosa oración de San Miguel, nos protegemos del mal, y oramos juntos para perdonar a las personas que han hecho esto”.
Dijo que la iglesia tiene una gran historia relacionada con la estatua. “Es su fe, es nuestra fe, y nuestra fe no debe lastimarse”.
Por Ramón Mercedes