En el Día de los Derechos Humanos
Hace 76 años, en 1948, la ONU aprobó en París la Declaración Universal de los Derechos humanos, y dos años después, en 1950, consagró el 10 de diciembre como la fecha en que se celebra esta efeméride.
Se trata de derechos inalienables inherentes a todos los seres humanos, sin importar su origen étnico, sexo, nacionalidad, lengua, religión, color de piel o cualquier otra condición.
“Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”, dice el artículo 1 de aquella declaración, y ha sido un largo proceso el que llevó a firmarla y a conseguir que los estados que forman parte de la ONU la aceptaran.
En ese proceso hay que destacar la participación de algunas mujeres, como Eleanor Roosvelt, primera dama de EE.UU. que fue embajadora, delegada y presidenta del comité de la Asamblea General de la ONU, Hansa Metha y Lakshmi N. Menon, de la India, la pakistaní Begum Shaista Ikramullah, y la dominicana Minerva Bernardino, por citar solo algunas.
Entre esos derechos inalienables de cada ser humano figura el derecho a la educación, a la salud y asistencia médica, a una vivienda digna, a publicar libremente sus ideas por la prensa sin censura previa, a circular libremente por su país, a un salario acorde con la tarea realizada, al trabajo y a no ser discriminado por ninguna causa, la lista es larga, pero, justo es decirlo, tales derechos no siempre se respetan a cabalidad en prácticamente ningún país.
Las guerras, que son un componente de la historia humana, el terrorismo y los gobiernos autoritarios son casi siempre la causa de que tales derechos se soslayen o se violen en muchos países. En otros, por razones religiosas se considera que las mujeres son inferiores y en casi todo el mundo el color de piel suele ser un estigma que engloba a los negros como ciudadanos de segunda y sospechosos por simple portación de cara.
La mejor manera de adherir a esta fecha, que nos diferencia de los animales y nos aleja de las primitivas épocas en que la esclavitud era normalmente aceptada, es informarnos, colaborar con los colectivos que defienden a las minorías, ayudar a las organizaciones que trabajan con poblaciones vulnerables y, sobre todo, respetar a los otros, aceptarlos con sus diferencias, en definitiva, ser un poco más humanos con todos los seres humanos que nos rodean.
Fuente: El Caribe