Aquel 24 de abril

Los días previos al 24 de abril de 1965 fueron de gran expectativa para quienes estábamos involucrados en el movimiento de retorno a la Constitución sin elecciones, que promovía Juan Bosch, el Partido Revolucionario Dominicano y un grupo de militares que, respondieron al llamado del país, para la construcción de la democracia y el respeto a los derechos humanos. No se quería nada más.
No se perseguía la postergada y nunca realizada destrujillización que llevara a los tribunales a los culpables de crímenes y delitos. Eran las bregas y los desvelos “por conquistar la libertad que mi generación, civil y militar, desconocía. Nada más, pero nada menos”.
Todo se planeó con celo, cuidado y conocimientos militares, también se trabajó serena, concienzuda y pacientemente, la adhesión de centenares, de miles de personas de todas las clases sociales que respaldaron el Movimiento Constitucionalista.
Por eso no fue una casualidad, ni un toque de corneta en la sombra, que miles de dominicanos salimos a las calles a gritar las consignas: ¡Juan Bosch, presidente! y ¡Constitución sin elecciones!
Había, entonces, un gran descontento contra el Gobierno entre los civiles y distintas logias militares pulseaban por tener el mando y las canonjías que se derivaban de la corrupción en las filas; por ejemplo, aviones que importaban equipos electrodomésticos y todo tipo de muebles del hogar y aterrizaban en aeropuertos militares sin control aduanal y la creación de una empresa Policía Nacional, CxA, para importar bebidas finas y caras sin pagar aranceles.
Inicialmente, el Movimiento fue respaldado por los principales cuarteles del país, hasta que se escuchó la voz del mandamás del hemisferio el cual gritó: ¡Comunismo! A partir de ese momento, sus bien entrenados discípulos obedecieron las ordenes de un agregado militar yanqui y bombardearon parte de la ciudad, enviaron centenares, probablemente miles de tropas, tanques de guerra y la Marina de Guerra disparó contra el Palacio Nacional.
El pueblo enfrentó y derrotó a los millares de tropas, los bombardeos de la Marina y los ametrallamientos de la aviación, con estoicismo, valor inigualable y decisión inquebrantable, a lo que respondieron los militares llamando a los yanquis a que les sacaran las castañas del fuego.
Ahí comenzó la guerra civil, convertida en guerra Patria, cuando los yanquis enviaron miles de sus tropas mejor entrenadas y armadas y al general mejor ranqueado, a respaldar a los militares que representaron entonces el papel de un ejército de ocupación pagado por su propio pueblo.
A ritmo de cañonazos y de negociaciones, donde la traición, mentira y el engaño estuvieron presentes todo el tiempo. Los yanquis ahogaron el Movimiento, mantuvieron el desconocimiento de la Constitución de 1963 y se enfrentaron a la resistencia, el valor y la reciedumbre moral de los heroicos representantes del pueblo dominicano.
A la cabeza de las triquiñuelas y quisondas jurídicas estuvo un gringo nombrado Ellsworth Bunker, de ingrata recordación.
La noble misión de rescatar la constitucionalidad se convirtió en guerra civil y luego en guerra Patria.
A 60 años de la gesta de abril de 1965, los defensores de la constitucionalidad pasamos revista a aquellos gloriosos acontecimientos, en los cuales nadie combatió en busca de prebendas ni para conservarlas, nadie buscaba gloria personal, se corrían los riesgos con alegría, arrojo, serenidad. El final del importante episodio, fue una negociación traicionada.
La guerra de Abril sacudió la conciencia mundial y resquebrajó la unanimidad política del continente, dado que varios países no siguieron las directrices de los yanquis en la Organización de Estados Americanos.
En lo nacional, los militares criollos entendieron y recordaron que este es el país de “una pescozá, una puñalá” y la sociedad impuso el respeto a los resultados de las elecciones nacionales, como única fuente legítima del poder.
Fuente: El Diario